El líder dirige. El jefe fracasa

Herbert Swope dijo: "No puedo darle la fórmula del éxito, pero sí puedo darle la del fracaso: trate de complacer a todo el mundo." Nuestra máxima preocupación es dirigir y ayudar a nuestro equipo en la consecución de los objetivos. No complacerles. a
A menudo la función de liderazgo está malentendida por muchas personas y algunas de ellas incluso piensan que líder es aquel que ejerce la posición más alta de una organización. Esta persona no podría estar más equivocada. Líder es quien dirige y dirigir no es tan sencillo como algunos creen. Las habilidades competitivas para dirigir con éxito un equipo de trabajo son las mismas ya sea nuestro equipo grande o pequeño. ¿Pero qué pasa cuando no estamos preparados para dirigir? ¿Qué le ocurre a las personas cuando observan que su líder no parece saber con exactitud hacia donde dirigirse? Obviamente un empleado que sienta pertenencia por su empresa inmediatamente avisará a su líder de equipo o de departamento que las cosas no van bien y querrá saber cuál es el problema. Sabrá que su líder se encuentra desorientado. Y esto se notará en la lentitud con la que avanzan e implementan los cambios propuestos, la falta de atención que se presta a los servicios que la empresa ofrece o la desvinculación de las personas al seguimiento de resultados de las actividades que llevan a cabo, y que terminará por afectar al feedback necesario para el progreso de la organización. Como vemos el fracaso del líder es el fracaso de toda la organización. Y no saber hacia dónde se dirige la organización determina una de las formas de fracaso más comunes en las empresas, ya sean grandes o pequeñas.
Si somos líderes de una empresa o de un equipo de trabajo, nuestra labor fundamental consistirá en saber guiar y no en dar órdenes. Mientras que guiar es atractivo para el líder y estimulante para el empleado, la orden es abusiva y limita la capacidad de las personas de nuestro equipo de sacar su creatividad y ponerla al servicio de la empresa.
HACER CAMBIOS EN NUESTRA ORGANIZACIÓN
Supongamos que no hemos sabido guiar con inteligencia nuestra organización, ya sea por no conocer las habilidades y conocimientos de cada uno de los miembros de la misma por ejemplo, o por poner a una persona a desarrollar una actividad para la que no se ha preparado desperdiciando un potencial que podría liberar si lo hiciera en el área indicada, o sencilla y llanamente por no confiar en su equipo provocando un desgaste de la motivación imparable. ¿Qué ocurre entonces? Que obtendrá un personal hostil y desleal que se sentirá desligado de la misión de la empresa. Y cuando el equipo no es leal, el cliente tampoco lo será. Éste dejará de confiar en los productos de la empresa. Recordemos que no es lo mismo un cliente satisfecho con el producto que un cliente fiel, que confía ciegamente en lo que la empresa le ofrece. Este último no esperará resultados de atención o calidad, ni pedirá opiniones anticipadas, pues confía plenamente.
Se hace obvio que no podemos influir en nuestro equipo porque no tenemos nada que ofrecerle. No disponemos de la capacidad de tomar decisiones competitivas ya que no conocemos el terreno en el que jugamos, ni tampoco las personas de las que nos rodeamos. Veamos pues qué podemos hacer cuando nos encontramos en una situación como esta:
PARA CAMBIAR AL EQUIPO, PRIMERO DEBEMOS CAMBIAR NOSOTROS
De lo que se trata es de añadir valor al equipo y por ende al producto. No de destruirlo. Si queremos mejorar las competencias de nuestro equipo primero deberemos mejorar las nuestras. El líder siempre es una referencia y si nosotros no estamos a la altura del juego, nuestro equipo tampoco podrá estarlo. Después debemos formar, instaurar una cultura basada en el conocimiento y el desarrollo y delegar responsabilidades.
RODÉATE DE TALENTO, NO DE AMIGOS
Muchos andan por ahí creyendo que solos podrán conseguirlo todo. Otros piensan en crear un lugar de trabajo donde las personas se sientan bien y contratan a personas con carisma, con buena actitud e incluso a algún conocido o amigo. Pero la simpatía y la amistad no te llevarán lejos. Una de las claves del liderazgo empresarial exitoso es rodearse de personas con gran talento en lo que hacen y que ayuden a los demás a liberar el suyo. Crea un entorno donde estas personas se sientan cómodas y su talento empezará a trabajar.
HAZ LO CORRECTO, NO LO MÁS FÁCIL
Hacer lo correcto implica tomar decisiones difíciles y eso conlleva valor. El equipo respeta ese valor y confía en que haremos lo apropiado en cada momento. Cuando el compromiso con la palabra dada se torna huidizo por parte de algunos líderes, es precisamente por falta de valor. Cumplir los compromisos y mantener la palabra genera esperanza, romperlos provoca desconfianza y escepticismo.
Cuando lo que hacemos es eficaz, apto y transparente y lo que decimos es veraz y elocuente, surge una fuerte cohesión entre nosotros y nuestro equipo. Una relación basada en la confianza significa un equipo decidido y solo un líder competente es capaz de formar algo así. La naturaleza humana nos enseña infinidad de veces cómo los talentos, las habilidades y la oportunidad de contribuir son llevados de forma irremediable hasta su desaprovechamiento por la falta de una filosofía de liderazgo basada en la confianza y la competencia. Si queremos mejorar nuestro equipo y nuestros resultados, comencemos mejorándonos a nosotros mismos primero.
Comentarios
Deja tu comentario
Si lo deseas puedes dejar un comentario: