
Perspectiva de familia
Demografía: del género al sexo

Este fin de semana he ido a ver la película de Santiago Segura titulada 'Padre no hay más que uno'.
Dejando de lado una crítica a la comedia con sus estereotipos muy marcados, las frases hechas y los chascarrillos habituales, lo que sí resulta inusitado son los cinco hijos del matrimonio protagonista; en concreto, son una excepción en Castilla y León.
Aporto una serie de datos, fríos, sin cocina y tal y como los recoge el Instituto Nacional de Estadística (el cálculo de los porcentajes es personal), con los que deseo contribuir a la reflexión sobre el principal problema de Castilla y León, en particular, y de España en general. El Indicador Coyuntural de Fecundidad del año 2018 se sitúa en nuestra comunidad en 1,17 y en España en el 1,25. En ambos casos, preocupantes, por estar muy lejos del remplazo generacional, el 2,1. En España harían falta 240.000 niños para alcanzarlo [2].
Analicemos los datos de la tabla:
- Del año 2014 al 2018, el porcentaje de parejas con dos, tres o más hijos ha decrecido en CyL en un 7,56%, mientras que en el resto de España se ha mantenido estable (incremento de un 0,06%).
- El porcentaje de hogares con 1 y 2 hijos es similar en España, apenas un punto porcentual de diferencia, frente a los más de cuatro puntos en Castilla y León.
- El porcentaje de hogares con 3 o más hijos es mayor en el conjunto de España que en Castilla y León. Mientras en el país se mantiene, en nuestra comunidad decrece, según se observa en la imagen de portada.
- El porcentaje de hogares sin hijos en Castilla y León es 5 puntos mayor que en el resto de España.
Después de los datos, la reflexión
Cuando se habla sobre demografía y despoblación se suelen omitir varios términos que resultan tabú en nuestra cultura política: natalidad, familias numerosas y matrimonios estables. Considero que estamos abordando el problema de los hijos sin afrontar lo esencial: quiénes son los que tienen hijos, dónde crecen y se crían, y qué es necesario para que los hijos nazcan. Decía el poeta “ahora he descubierto una cosa terrible (no se lo digas a nadie), yo no he nacido todavía”.
El discurso educativo con el que han crecido nuestros jóvenes se ha centrado en el yo, olvidándose del otro; me gusta utilizar el término “socialismo individualista”. El esfuerzo por un encuentro real y verdadero se ha remplazado por la satisfacción inmediata del deseo, olvidándose de la dignidad humana del otro que me mira y me espera.
Observo que el enfoque político del problema de la despoblación se centra en cuestiones marginales, colaterales o subjetivas de lo inmediato: fijar población, crear puestos de trabajo, ayudas económicas… (algo, por otra parte, necesario, pero no suficiente) y se omite una educación cultural y un mensaje positivo sobre las familias numerosas, el matrimonio y el compromiso familiar. Echo en falta una cultura social de progreso poblacional y eso lo ofrece, sin dejar la menor duda, una familia con hijos, con muchos hijos.
En nuestras capitales de provincia hay muchos funcionarios casados con casa en propiedad, coches y estabilidad económica y social, ¿Cuántos de ellos tienen una familia numerosa? Existen estudios realizados [3] por expertos demógrafos que indican que aquellos que podrían tener hijos por su situación socio-económica, no los tienen o no desean tenerlos, porque son para ellos un valor secundario.
El reto de la despoblación radica en cambiar el discurso sobre el escarnio y desprecio constante a las familias con muchos hijos. ¿No nos damos cuenta del valor social, económico, moral, psicológico y educativo de una familia numerosa? ¿Por qué tenemos miedo a decir que necesitamos jóvenes altruistas que se comprometan con la sociedad? ¿Por qué tantos prejuicios cuando son el mejor valor de nuestras ciudades y pueblos? ¿Porqué tantos sofismas para evitar hablar de familias y matrimonios con hijos? Parece; perdón, se constata, que el discurso de “género” tiene el estatus de privilegio en la cultura e impone el discurso social y político mayoritario. El género es estéril, los hechos lo demuestran. En cambio una sexualidad centrada en el otro, que me mira y aprecia, genera bienestar familiar y social. Pero eso es otro asunto…
No hay niños, porque quien puede tenerlos, no quiere comprometerse y quien puede cambiar el discurso social, no desea hacerlo.
Referencias
[1] Fuente: Número de hogares por provincias según tipo de hogar y número de habitaciones de la vivienda http://www.ine.es/jaxi/Tabla.htm?path=/t20/p274/serie/def/p03/l0/&file=03003.px&L=0
[3] Por citar alguna referencia: Ramos Ortiz, A (2019) Factores de renuncia voluntaria a tener hijos. URI: http://hdl.handle.net/11201/149446; Delgado Urrecho, J.M., (2019). Composición y cambio de los comportamientos sociodemográficos en España en los inicios de una Segunda Transición Demográfica. Cuadernos geográficos de la Universidad de Granada, Vol. 58, Nº 1, 2019, págs. 253-276
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