El técnico cumplirá al menos un encuentro de suspensión y no podrá sentarse en el banquillo, en el siguiente duelo de la Copa del Rey
El neerlandés Max Verstappen (Red Bull) completó este domingo un ejercicio de resistencia con el que rubrica una cuarta temporada de hegemonía en el automovilismo mundial que le sirve para proclamarse tetracampeón del mundo y mostrar una voracidad sin límites sobre el volante de su Red Bull.
El piloto de Red Bull, a sus 27 años, acumula ya cuatro Mundiales de pilotos seguidos, pero este último curso ha tenido que sacar, más que nunca, sus zarpas y exhibir un estilo muy agresivo que no se veía desde que en 2021 pugnara con el británico Lewis Hamilton (Mercedes) por su primer Mundial.
Precisamente ahora iguala los cuatro títulos seguidos del británico tras terminar quinto la carrera de Las Vegas y superar al fin al británico Lando Norris (McLaren), que ha sufrido el estilo tan directo de 'Mad Max' sobre el asfalto, lo que provocó incluso varios incidentes, como ocurriera en Austria o en México, donde Max fue penalizado con veinte segundos por sacar de la pista a Norris.
Ni esa sanción, ni la exuberancia del monoplaza de McLaren han podido con el neerlandés, que durante toda la segunda parte del Mundial no contó con el mejor vehículo de la parrilla, pero que insistió y persistió en el esfuerzo para minimizar daños.
Hijo del expiloto Jos Verstappen pero que muy pronto se desquitó de la vitola de ser 'hijo de', Max minimizó riesgos y también los daños este año.
Se pasó diez grandes premios seguidos -desde el GP de España hasta el GP de Brasil- sin victoria y teniendo que ver cómo McLaren se iba acercando poco a poco, sí, pero el piloto que ha conseguido crear una marea naranja aguantó las dudas.
Lo hizo, además, tras ganarlo todo, porque en 2023 el nuevo astro del automovilismo batió todo tipo de récords. Elevó de 15 a 19 su propia plusmarca de victorias, la mayor de la historia; también el de puntos (575 en total, 121 más que el curso previo) y el de triunfos seguidos, pero esta vez a Verstappen le tocó aprender a sufrir.
El adolescente que debutó en la categoría reina de la Formula Uno sin haberse sacado todavía el carnet de conducir ahora ya es tetracampeón del mundo y, por las noches, a veces, también participa en carreras online de resistencia, como la carrera de iRacing (carreras online de resistencia) de 24 horas en Nurburgring que ganó el mismo fin de semana en el que levantó los brazos en el GP de Emilia Romaña.
Y es que este intratable ganador y un enamorado del automovilismo en todas sus formas creció buscando emular los registros de Jos, que había pilotado durante ocho temporadas en la categoría reina, pero ahora se encuentra con que ha igualado a leyendas del automovilismo como el francés Alain Prost o el alemán Sebastian Vettel con sus cuatro mundiales.
El propio piloto español Fernando Alonso relató de manera excelente la razón del éxito del neerlandés: "Me cae muy bien Max. Es el tipo de piloto que llega a la pista el jueves, se pone el uniforme de su equipo, corre el sábado y el domingo, luego se va del circuito y se va a casa a correr con simuladores o coches GT junto a su padre".
"Disfruta del automovilismo mientras lleva una vida normal", dijo Alonso a la BBC hace unos meses sobre Verstappen, una máquina de pilotar, pero sobre todo un piloto que ha creado un insaciable hábito de victoria.
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