Demasiado arroz para tan poco pollo en la segunda de Santander

Diego Ventura logra una puerta grande más por el esfuerzo y su entrega que por el juego de los toros que no permitió el lucimiento de Andy Cartagena

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Demasiado arroz para tan poco pollo en la segunda de Santander
Diego Ventura en su actuación en Santander. EFE
El autor esJesús  López Garañeda
Jesús López Garañeda
Lectura estimada: 3 min.

Y eso que Diego Ventura logró salir por la puerta grande del coso de Cuatrocaminos, al cortar una oreja al cuarto y otra al sexto de la tarde de los Espartales, más por el esfuerzo, la entidad rejoneadora del caballero lisboeta y el deseo ferviente de agradar al respetable santanderino, un público animoso, entregado y premial que demandó con fuerza los trofeos para el centauro portugués, que por el juego de los toros.

Por su parte Andy Cartagena, el rejoneador de Alicante, bastante tuvo el hombre con recibir una ovación sincera tras finiquitar al quinto de la tarde pues sus dos faenas anteriores se fueron por el pozo airón del silencio y del olvido, sin demasiada pasión espectacular, algo así como un pan sin sal frente al 'bamberino' primero de la tarde, de 622 Kg. de peso que se movía al trantán seguramente por el exceso de peso y en un par de carreras se quedó sin demasiado resuello. Y eso que recibió ánimos desde la grada con gritos de "¡Maestro!", pero los rejones de muerte, mejorables en colocación y efecto, no fueron decisivos sino todo lo contrario, debiendo echar pie a tierra para descabellar, para que el silencio acompañara la despedida.

Ante el 'bamberto', de 612 Kg. que hizo tercero de la tarde y que brindó a la alcaldesa de Santander presente en la barrera, Gema Igual, fue devuelto por cojera ostensible de una de las patas traseras con lo que tuvo que despachar al sobrero de nombre 'cariñoso', pesado en 553 kilogramos, soso y deslucido como todo el desarrollo de su faena. El animal a un trotecillo cochinero fue despachado de varios intentos hasta que el animal dobló entre el silencio del personal.

Mejoraría algo frente al quinto, tal vez por aquello del refrán de que no hay quinto malo, aunque a medida que transcurrió la faena, el ejemplar de los Espartales fue diluyéndose como un azucarillo. Tras despacharlo con un medio rejón trasero, se produjo una leve petición de oreja que no fue atendida por la presidencia con muy buen criterio.

Porque si hay que decir hoy algo bueno es la atención y firmeza del palco, aplicando taxativamente el reglamento en cuanto a zarpas, banderillas, cortas y rosas y el no conceder una segunda oreja a Diego Ventura tras lidiar al segundo de la tarde muy acertadamente. El caballero colocó un rejón de castigo citando al quiebro, templó el recorrido y banderilleó espectacularmente, recibiendo una gran ovación al colocar el garapuyo arriba y llevar al encuentro a su caballo retirándole los atalajes de la cabezada. Pinchó al toro antes de propinar un rejón de muerte trasero con hemorragia con lo que el palco, pese a la petición de oreja, no la concedió.

Ventura sí que mereció el premio por la lidia de 'agualimpio' de 657 Kg., descastado y manso frente al que trabajó lo imposible, rubricando con cuatro rosas en todo lo alto y enviando al desolladero sin una de sus orejas al de los Espartales. Algo así como el premio logrado frente al sexto que cerraba corrida y festejo y garantizándose la salida por la puerta grande, porque bien está lo que bien acaba.

Y una cosa estupendamente buena: El lleno en la entrada lo que dotaba a la plaza de una belleza singular, sobre todo cuando salía el sol y brillaban los hierros ganaderos que circundan este bellísimo coso de Santander, los tendidos repletos y las ganas de fiesta del público, siempre amable y afectuoso.

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