Vecinos y descendientes del pueblo zamorano, anegado hace 58 años por el embalse de Almendra, celebran su romería en recuerdo de la localidad que no quieren olvidar
Argusino renace cada mayo a orillas del embalse que lo sepultó
Vecinos y descendientes del pueblo zamorano, anegado hace 58 años por el embalse de Almendra, celebran su romería en recuerdo de la localidad que no quieren olvidar
La romería de la Santa Cruz ha vuelto a reunir este domingo, como cada primer domingo de mayo, a los antiguos vecinos y descendientes de Argusino, el pueblo zamorano que desapareció en 1967 bajo las aguas del embalse de Almendra, el tercero más grande de España en extensión y el primero en altura de caída de agua.
La cita tiene lugar en el término municipal de Villar del Buey (Zamora), en un paraje de encinares y terreno yermo junto al embalse, en el punto más cercano a donde se alzaba el pueblo. En algunos veranos secos, aún se alcanzan a ver restos de las casas sumergidas.
Desde hace más de medio siglo, la romería sirve como jornada de reencuentro y memoria. Lo que comenzó como una reunión de vecinos de Argusino, es hoy una celebración de sus descendientes, muchos de ellos repartidos por toda España.
Al no ofrecerse en su momento una alternativa para reconstruir el pueblo en otro lugar, sus cerca de 500 habitantes tuvieron que marcharse sin posibilidad de mantener la comunidad. Muchos no se fueron al mismo tiempo ni al mismo destino, lo que dificultó cualquier intento de reubicación colectiva.
En los años 80, gracias a las aportaciones de los vecinos, se levantó una pequeña ermita que hoy es el corazón de la romería. Este 2025, por primera vez, los asistentes han podido rendir homenaje también a los fallecidos, gracias al columbario inaugurado el pasado verano junto al santuario, donde ya pueden descansar los restos de nativos y descendientes de Argusino.
En 2017, con motivo del 50º aniversario de la desaparición de Argusino, la asociación propuso renombrar el embalse de Almendra para que el nombre del pueblo no cayera en el olvido. Sin embargo, la propuesta fue rechazada por las Cortes de Castilla y León. A pesar de ello, sus descendientes siguen luchando por mantener viva la memoria de Argusino, un pueblo que fue sacrificado por el progreso hidroeléctrico y que cada mayo vuelve a respirar, aunque sea por un día.
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